martes, 30 de septiembre de 2008

EL GATO ROMANO 3. BENJAMIN VENTURA.

A continuación, trasladamos el trabajo del escritor Danilo Vásquez.


Fabricante de sueños en el tejado del
subconsciente que con sus sueños
hizo posible que mis sueños se
engrandecieran en otra realidad: “La
de los sueños “.

El autor.



BENJAMIN VENTURA
UN HOMBRE , UNA HISTORIA, UNA LEYENDA
SANTA ROSA DE LIMA (1905-1940)

“Vencido pero no vendido”
Vargas Vila.



Sucedió en una tarde de café y humo. Conversábamos sobre política con don Rigoberto Estrada, en un cafetín de la cálida ciudad de Santa Rosa de Lima, en esa ocasión, don Rigo de refirió sobre la singular historia de Mincho, entusiasmado por plasmar en el papel, al santarroseño cachimbón, decidimos visitar la gloriosa curtiembre, en donde Mincho laboró durante muchos años, con el fin de fotografiar las pilas y las cruz que simbolizan el lugar de su muerte.
Al llegar a la vestida curtiembre, deteriorada por los rigores del tiempo y la negligencia de los humanos, encontramos solamente una de las tres Pilas que Mincho ocupó para curtir sus pieles, un anciano de nombre Chirino que cuidaba el terreno en donde están ubicadas las pilas, al darse cuenta de nuestra visita y de los motivos, comenzó a narrarnos parte de la historia… vinieron a eso de las nueve de la mañana y rodearon la curtiembre cerca de cincuenta guardias de la montada (guardias nacionales que montaban caballos ) del extinto dictador, Maximiliano Hernández Martínez, obligaron a Juan Capistrán a que les señalará quien de los dos hombres era el que ellos buscaban, en esos momentos Cayetano Álvarez acompañaba a Mincho en sus labores. Toda la gente según el relato de don Chirino estuvo pendiente de los sucesos, pero nadie intentó hacer algo por evitar el triste acontecimiento de aquél nefasto día; quizás por la prepotencia de los gendarmes o en parte por la confianza que tenían en Mincho; pues, siempre se les escapaba; incluso su propia madre al darse cuenta del gran movimiento de los guardias, expresó a niña Teya…..; a Mincho buscan¡ no lo agarran! Ya va ver….
Benjamín había colgado su cincho con las dos pistolas, en un árbol de nacascol, que distaba de donde el se encontraba, cerca de doce metros… el cielo - dijo nuestro historiador cambiando las facciones de su rostro, se llenó de balas, muchas hicieron blanco en el cuerpo enjuto de Mincho, quién al instante cayó el suelo, doblado por el plomo apátrida de los guardias. Pero no fue lo suficiente para que Mincho no se pudiera arrastrar en busca de sus inseparables pistolas a rastras, sobre su pecho y empujándose con sus piernas, logró llegar hasta el legendario nacascol; pero al intentar levantarse…., otra descarga de plomo lo obligo a caer rendido bajo el añejo árbol que hoy da sombra a la cruz de hierro que se mantiene erguida férreamente, demostrándonos desde la perspectiva histórica, lo que el famoso escritor colombiano, Vargas Vila dijera en su libro “Ante los Bárbaros”, “VENCIDO PERO NO VENDIDO”.
…… Mincho era cachimbón. Sabes que lo jodió a él cuando dejaba de trabajar en la curtiembre, se iba a guiriciar a las Minas de oro del Cantón san Sebastián (Santa Rosa de Lima), la guardia de aquel entonces lo descubrió y le pusieron el dedo con el jefe, un tal gringo llamado Pablo Crowfor –dijo nuestro historiador trabándose la lengua por el dicho nombre. Pues fíjate que el tal gringo lo acusó en los juzgados de ladrón y eso de plano no le gustó a Mincho y frente a los guardaespaldas del gringo le soltó un marimbazo en la quijada, que el gringo dijo unas babosadas que solo él entendió. Nadie hizo nada; de por ahí le sobrevino la muerte a Mincho días después, vinieron unos guardias montados en caballos, rodearon la curtiembre y como el estaba en calzones y delantal, de curtidor de pieles, aprovecharon ellos de que Mincho no tenia el pantalón puesto, pues en el cincho era que el secreto de “macho”. El cincho lo había colgado en un palo de nacascolo, junto a sus dos pistolas que no se despegaba ahí lo mataron a traición. Si tantito le dan chance, ¡jep! Yo les aseguro muchachos, el finadito no era chiche. Otro señor que estaba por ahí dijo: “lo que pasaba era que el finadito tenía los huevos bien puestos…
Don David Sura, nos remitió a un familiar cercano de Benjamín Ventura: don Pablo Guevara Ventura, sobrino del anterior. El relato que sigue, es parte de la valiosa colaboración que tan gentilmente nos proporciono don Pablito.
Mi tío, tenía los pantalones bien puestos; y no hay tales de brujerías, porque mi tío no era ningún brujo, no, era hecho y derecho y que no le gustaban las injusticias y por eso lo mataron. Fíjese que en cierta ocasión, él iba para el Cantón pasaquina, cuando se encontró a una pareja de guardias que traían amarrado a un bolito y eso a él no le gustaba. Entonces, se les paró en frente a los guardias, los miró a los ojos fijamente y les habló claro y pelado:
- ¡ Suelten a ese hombre! Si es que no ha cometido un delito.
- ¿Y quién sos vos para que nos des órdenes?
- Contestaron los guardias-
- Un ciudadano más de este pueblo, que no va a permitir que molesten injustamente al que no debe nada, el guaro lo venden en las cantinas, ¡ciérrenlas entonces!
Y diciendo y sacando las dos pistolas. Les ganó la moral…, tuvieron que soltarlo ¿ no había para dónde?
Mi tío dejaba por tiempos la curtiembre y se iba a guiriciar a las Minas de San Sebastián.
Extraían la broza y luego la procesaban sacando las vetas de oro que contenían, esto por supuesto lo hacían a hurtadillas, cuidando de no ser descubiertos por la guardia que custodiaba el plantel. Ahí en ese mismo lugar fue que murió don Albino Lazo, padre de Cipriano Morales, quién fuera el autor de la muerte del anciano dictador, Maximiliano Martínez.
Don Albino se dedicaba a la guiriciada y junto a otros compañeros, fueron descubiertos y acosados en los oscuros túneles, al no salir, les aventaron candelas de dinamita para obligarlos a rendirse. Tres días pasaron dentro de los oscuros y asfixiantes túneles; ocasionándoles enfermedades pulmonares que finalmente produjeron la muerte de don albino lazo.
Cipriano era apenas un cipote, pero nunca olvido los sucesos de aquel entonces llevándolos siempre en su memoria y esperando el momento preciso para desahogar la venganza con el causante principal de la muerte de su padre.
Tiempo después, buscando trabajo en la República de Honduras, Cipriano fue contratado por el yerno de Martínez, para que trabajara en una de las ricas haciendas del anciano proscrito, y en una noche de parranda, Cipriano Morales se emborrachó y cumplió con la venganza acumulada pacientemente durante tantos años.
Pues bien a Mincho le sucedió casi lo mismo; el problema era meterse con la guardia y los gringos.
APORTACION FORTUITA AL RELATO
…. Fíjate que Mincho tenía un su sobrino que se la llevaba de machito; un día le dijo a su tío, “Tío, hombre es usted, hombre soy yo; así es que por favor enséñeme su secreto para ser macho como lo es usted, y Mincho como no era orgulloso le dijo: “Como nombre, llégate como a eso de las doce de la noche y me esperas bajo el palo de ámate que esta ya casi llegando a la loma del ganchito, ahí me esperás. En punto estaba el tal sobrino macho; y de repente, en vez de Mincho, va apareciendo de entre la oscuridad un gran toro negro que hizo que el sobrino macho saliera escupido como chucho vergueado. Ya te digo, Mincho se convertía en toro….”
Así, pasamos algunas tardes, platicando y platicando con los demás ancianos del pueblo y por supuesto con los bolitos que saben más historias que cualquier historiado académico.
En una de esas, nos tocó conversar con tres narradores representativos del pueblo; aparte de comprarles un medio litro de guaro, para que le pusieran más emoción a las dichas narraciones…
…¡ Los cipotes ¡….. ¡Jep! Si podían querer a Mincho. A todos nos gustaba platicar con él, porque nos daba de comer sandías; y lo bueno es esto, no creas que Mincho las compraba, no; si solo sacaba el cuchillo que andaba y se ponía a escarbar la tierra, y de la tierra sacaba grandes sandillotas y no creas que´s paja, si yo lo ví con mis propios ojitos.

Esta historia surgió de cafetín. Don Rigo Estrada, fue el primero en contármela, después, caminamos por barrios, calles y avenidas de Santa Rosa, averiguando sobre “Mincho”. Llegamos a la curtiembre y ahí estaba don Chirino, dándonos parte de su archivo.
Creo que sería interminable contarles la forma en que fuimos recogiendo la historia. Tal vez el historiador de profesión lo hubiera hecho mucho mejor. Nosotros, hemos puesto el sentimiento, a diferencia del rigor científico, desde ya mis disculpas si en algo he fallado. Solo pido, que si la historia se puede ampliar y hacer más veráz, por favor acérquense a mi Tienda Cultural y gustosamente haré las correcciones necesarias. Y al compa Rigo Estrada, hasta donde esté, mis agradecimientos sinceros por haberme apoyado en esta mi tarea cultural. Amen.



El autor.-
Roger Danilo Vásquez

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