Con la presentación del candidato a alcalde por el partido FMLN, parece ser que se ha completado la lista de aspirantes a ocupar la máxima magistratura política del municipio. Por nombre y apellido la lista la forman: Rodolfo Umanzor, por el FMLN, Jorge Escobar, por ARENA y Anastacio Benítez, por el PCN. De las características, posiciones, actitudes y otros detalles de sus candidaturas no nos ocuparemos en esta ocasión; el objetivo es reflexionar por las oportunidades que proporcionan el momento político, y, específicamente, el momento electoral.
Este momento político, electoral, lo llena principalmente lo que denominamos “la campaña electoral”, y con el objetivo de mirar hacia adelante, me voy a referir a la campaña electoral a que deberíamos aspirar y no a la que tradicionalmente hemos tenido.
Aspiramos, queremos, soñamos entonces, a una campaña electoral que comprenda aquellas acciones y reflexiones hechas por los candidatos con el objetivo de convencer a los votantes de que es la persona idónea para desarrollar el municipio.
La campaña electoral es un hecho muy frágil por cuanto en ella se desarrollan relaciones sociales, que se fundamentan en interacciones entre personas, y por lo tanto deben realizarse dentro de las buenas costumbres y normas que garanticen la convivencia armoniosa aun después de pasada la campaña. Esto significa que no deberíamos querer que la competencia entre los candidatos tenga como principal recurso el insulto, la calumnia, la descalificación mutua, el chantaje al electorado y otros consabidos ardides.
En la campaña también se construye, o se debería construir, un flujo de información de interés para los ciudadanos que en otras épocas es casi nulo. Casi siempre la información se da en un solo sentido: del candidato o partido político hacia los potenciales votantes. Y es bueno, pero también es muy importante que la información fluya en la dirección opuesta. Todo habitante del municipio, y no solo el potencial votante, debería transmitir al candidato, las expectativas personales de su posible futura administración municipal. Todo habitante del municipio, sin importar la edad, condición económica, religiosa o social, debe cuestionar a los candidatos sobre como resolverá sus principales problemas (se imaginan que maravilloso sería que un candidato cediera parte de su tiempo para conocer las expectativas del municipio de un grupo de jóvenes de 12 a 16 años, por poner un ejemplo.) Por supuesto en la práctica es bastante difícil esta conversación entre cada habitante y un candidato, pero debemos hacer el ejercicio aún mentalmente. Debemos aprovechar las reuniones que cualquier partido político promueva para exponerle los problemas y necesidades y preguntarle por sus propuestas de soluciones.
Las dos aspiraciones planteadas anteriormente, una campaña decente y un flujo de información entre el candidato y los habitantes del municipio son aspectos muy importantes para sacarle provecho al momento electoral; sin embargo, existen tres aspectos que se deben exigir, con todo el rigor de la palabra, a todos los candidatos. Se trata de UN PLAN DE GOBIERNO, MECANISMOS PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y TRANSPARENCIA EN LA GESTIÓN.
Administrar un municipio, del tamaño que sea, es una actividad importante, seria, difícil, y lo menos que puede tener alguien que lo pretenda ejecutar es un plan. El candidato debe tener una visión del municipio, entendido como el territorio y sus habitantes, que garantice un desarrollo en el tiempo, más allá de los 3 años de una administración. Debe de haber valorado los recursos y necesidades y plantear sus posibles soluciones. Y, si ha hecho esto, entonces debe de tener la capacidad para proponer un plan de gobierno municipal.
El código municipal, el principal cuerpo de ley con el que funcionan los municipios, establece algunos mecanismos para que los concejos sean transparentes y propicien la participación ciudadana. En el artículo 16 establece los siguientes mecanismos de participación ciudadana:
a) Sesiones públicas del Concejo;
b) Cabildo abierto;
c) Consulta popular;
d) Consulta vecinal y sectorial;
e) Plan de inversión participativo;
f) Comités de desarrollo local;
g) Concejos de seguridad ciudadana;
h) Presupuesto de inversión participativa; e
i) Otros que el Concejo Municipal estime conveniente.
La ley y los mecanismos están, pero no podrán ser efectivos si los ciudadanos no exigimos su aplicación y lo que es fundamental, que en la práctica, en la cotidianidad del municipio, el poder sea también ejercido por los ciudadanos responsables y organizados. En esto debe consistir la participación ciudadana, en que el poder detentado por el Concejo, generalmente personificado en la figura del Alcalde, sea diluido en los diversos sectores de la comunidad organizada. El voto por un candidato no es un cheque en blanco del cual el ganador hará uso a su voluntad, por el contrario es una invitación que hace el elector a compartir, con él, su cuota de poder.
El último aspecto, y no por ello el menos importante, la transparencia de una gestión municipal, es el principal medio de comunión entre el gobernante y los gobernados; a través de ella el gobernado puede darse cuenta de la forma en que se utiliza su cuota de poder compartido; el gobernante por su parte legitima su autoridad y logra el acompañamiento decidido de los gobernados en sus proyectos, tal cual una tropa con la moral en alto acompañaría a su general en una contienda. Es decir, además de que es una práctica obligada por la ley, tener una política de transparencia en la administración municipal es una condición ganar-ganar. Si se lograra que estos tres aspectos sean el pilar de cualquier administración, sin duda el municipio se enrumbaría en el camino correcto para alcanzar mejores niveles de vida para su población.